Tres amigas deciden poner a prueba una técnica de seducción, por lo que las tres, esa misma noche, usarán bodies de cuero negro, tacones aguja de 20 centímetros, y una máscara negra para recibir a sus hombres.Al día siguiente, se reúnen a comparar experiencias.
La del amante cuenta:
- Apenas abrió la puerta, y me vio de body, tacones y enmascarada, gritó como un salvaje, y me poseyó cuatro veces ahí mismo, en el suelo...
La que va de novia, a su vez, cuenta:
- Yo me puse el body, los tacones y me pinté, pero me dio algo de vergüenza, y me puse una bata encima. Cuando llegó al apartamento, y abrí la bata, se puso como un loco y me llenó de besos, y fuimos a la cama, donde hicimos el amor dos veces seguidas...
La casada, gruñe y cuenta:
- Bueno, yo también me puse el body de cuero negro, los tacones y me pinté los ojos de negro. Llegó el cabrón de mi marido, se tiró sobre el sofá, cogió el mando a distancia y gritó:
- ¡¡¡¡Batman!!!!!, ¿qué hay para cenar?
Después de un excitante, fogoso, sabroso y reparador 69 con su novia,
Alberto se acuerda que tiene una consulta con su odontólogo en esa tarde.
Alberto teme que el dentista note su aliento de vagina y se cepilla los
dientes 457 veces, pasa el hilo dental 248 veces, y se toma 15 litros de
Listerine.
Llegado al consultorio, se chupa 25 caramelos de HALLS y es atendido por
el dentista, quien le manda sentarse en la silla.
Posicionado y con la boca abierta, Alberto se tranquiliza y deja al
profesional hacer su trabajo.
El dentista se aproxima a la boca de Alberto y afirma categórico:
-¡Caramba Alberto! ¿Como haces un 69 antes de venir al dentista?
-¡Doctor! ¿Todavía tengo aliento a almeja?
-¡No capullo...! ¡Te huele la frente a culo!
Después de meter todo el equipaje del Papa Benedicto en la limusina, el chofer se da cuenta que el Papa aún está parado en el borde de la acera.- Disculpe Su Santidad, dice el conductor, ¿podría por favor tomar asiento y así poder partir?
- Verás hijo, dice El Papa, la verdad es que nunca me dejaron conducir en el Vaticano cuando fui cardenal, y realmente me gustaría hacerlo hoy.
- Lo siento Su Santidad, pero no le puedo dejar conducir, perdería mi trabajo... ¿Y qué si pasara algo?, dice el chofer.
- ¿Quién va a saberlo? Además, podría haber algo extra para ti, dice El Papa, con una sonrisa.
Reacio, el chofer se sienta atrás y el Papa salta al volante. El chofer se arrepiente rápidamente de su decisión cuando, nada mas salir del aeropuerto el Pontífice pisa a fondo acelerando la limusina a 180 km/h.
- ¡Por favor reduzca la velocidad Su Santidad! suplica el preocupado chofer, pero el Papa hunde el pie hasta que se escucha la sirena.
- ¡¡¡Oh, Dios mío, voy a perder mi licencia y mi trabajo!!! se lamenta el pobre conductor.
El Papa se detiene a un lado y baja la ventanilla mientras el policía se acerca, pero cuando el policía le echa un vistazo regresa a su motocicleta y llama por radio.
- ¡Necesito hablar con el jefe!
El jefe se pone al aparato y el policía le dice que detuvo a una limusina que iba como las balas.
- Arréstalo, dice el jefe.
- No creo que podamos hacer eso, él tipo es realmente importante, dice el policía.
Y el jefe exclama:
- ¡Con más razón!
- No, realmente es importante, dice el policía con insistencia.
Entonces el jefe pregunta:
- ¿A quién tienes ahí, al Alcalde?
- Este... MAS !!!
- Al Gobernador?
- Mmm... Peor.
- Mierda -dice el jefe- ¿Quién es el tipo?
- Creo que es Dios...
Desconcertado el jefe le pregunta:
- ¿Y porque piensas que es Dios?
- ¡¡¡ Porque tiene al Papa de chofer... !!!