Se encuentran un inglés, un alemán y un español en un restaurante.
De repente el inglés le dice a los otros:
- Oye, ese de ahí de en frente es Jesucristo.
- Bah, que va a ser Jesucristo… Le contestan.
- Que sí, que sí. Pero si es igualito. Ese de ahí es Jesucristo seguro.
Se levanta el inglés, se dirige hacia el hombre de la mesa y le dice:
- Oye tu eres Jesucristo.
- Mira tío, Siiiiiii, soy Jesucristo, pero cállate ya, que quiero cenar tranquilo, ……
Y el inglés loco de alegría le dice:
- Tengo una lesión en la rodilla que me hice de pequeño haciendo deporte. Por favor, cúrame.
Jesucristo le dice:
- VALE, pero no digas nada a tus compañeros, que luego vendrá todo el mundo a pedirme milagritos, y ya estoy harto.
- De acuerdo, te lo prometo.
Jesucristo, aburrido, le pone la mano sobre la rodilla y le cura.
Al segundo, se acerca el alemán.
- Oye, que me ha dicho mi amigo ingles, que tú eres Jesucristo. Mira, tengo un ojo de cristal, por favor cúrame.
Jesucristo, le pone la mano en el ojo y se lo cura.
El alemán se va a su mesa y se lo cuenta a sus amigos.
Entonces Jesucristo empieza a pensar que en breves instantes aparecerá por allí el español queriendo, como todos, que le cure, pero el tiempo pasa y el español no se mueve. Entonces Jesucristo, ya mosqueado y picado por la curiosidad, se levanta y se va hacia la mesa donde están los tres y poniéndole una mano en el hombro, al español, le pregunta:
- Oye, ¿tú por qué no has …?
Y el español salta de la silla y apartándose violentamente le dice:
- ¡EHHHHH! ¡SIN TOCAR QUE ESTOY DE BAJA!
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